Primera sesión

16 de octubre de 2013

Sesión de introducción:

– Dinámica de presentación

– Explicación de la dinámica de funcionamiento

– Recogida de sugerencias y establecimiento de acuerdos

– Trabajo en pequeño grupo

– Explicación del blog

– Propuesta de lectura: «LA MUJER OLVIDADA. Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino». Autor: Isaías Lafuente Zorrilla.

 

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LA MUJER OLVIDADA

Clara Campoamor y su lucha por el voto femenino

Isaías Lafuente Zorrilla

 

«El 1 de septiembre de 1931, el día en que subí por primera vez los seis peldaños de la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados para defender el sufragio femenino, yo tenía que estar muerta.

De esta manera comienza la narración de la autobiografía ficticia de Clara Campoamor que ha escrito Isaías Lafuente. Se trata de recrear o imaginar las memorias que Clara Campoamor nunca llegó a escribir. Anciana y enferma, desde su exilio en Lausana, la mujer que defendió y consiguió el reconocimiento del derecho al voto para las mujeres españolas en las Cortes constituyentes de la Segunda República, recuerda aquel debate memorable en el que tuvo que enfrentarse a los prejuicios de los hombres y de la única mujer, Victoria Kent, que ocupaban sus escaños.

A través de sus páginas, Isaías Lafuente nos descubre la apasionante vida de una mujer que antes de cambiar la Historia tuvo que cambiar la suya propia. Huérfana de padre, tuvo que abandonar sus estudios siendo una niña para ponerse a trabajar. Con 32 años, cuando la vida de las mujeres de su época estaba amortizada, decidió reemprender su formación y en una década intensa consiguió acabar Derecho, montar su bufete de abogada en Madrid y obtener un escaño como diputada.

La suya fue la primera voz de mujer que se escuchó en el Parlamento español. Su apasionada defensa del voto femenino, en contra de su propio partido, que la dejó sola, fue, paradójicamente, su mayor éxito político y la causa de un imparable declive que la llevó al ostracismo. Vivió su largo exilio consumida por la angustia de no poder regresar a su país y por la decepción de que pasaban los años sin que las mujeres españolas lograsen recuperar los derechos que ella había contribuido a conquistar cuarenta años antes.

Perseguida por el régimen de Franco, nunca se le permitió regresar a España. Sólo pudo hacerlo, convertida en cenizas, tras su muerte, el 30 de abril de 1972. La memoria no ha hecho suficiente justicia a esta mujer excepcional. Y en la España actual aún se encuentran enciclopedias, libros de texto o tratados políticos que olvidan incluir su nombre.

Muy acertadamente, Isaías Lafuente utiliza la primera persona para suplir el hecho de que no escribiera su autobiografía en estos recuerdos de Clara Campoamor desde Lausana en los últimos días de su vida.

El alemán Dr. Moebius y otros Moebius nacionales hablaban de la inferioridad mental de la mujer. ¿Es la mujer un ser humano?, se preguntaba en aquella España Gregorio Martínez Sierra, famoso dramaturgo de la época. Todavía no se sabía entonces que sus mejores obras las había escrito precisamente una mujer, precisamente la suya: María Lejárraga.

Clarín decía de Emilia Pardo Bazán que era un marimacho y otro famoso novelista de la época sólo acertaba a decir cuando le comunicaban que había muerto Dª Emilia:

-¡Qué pena! ¡Con lo bien que la chupaba!

Las mujeres tenían sus derechos civiles limitados. O simplemente no tenían derechos. No se concebía la coeducación y en los primeros tiempos de la Segunda República se daba la paradoja de que las mujeres podían ser elegidas como Clara Campoamor o Victoria Kent, pero no podían ser electoras.

Circulaba en aquella España el tratado La indiferencia espiritual del sexo femenino, del diputado gallego Novoa Santos, patólogo patológico que decía que el histerismo no es una enfermedad sino la propia estructura de la mujer.

En ese contexto se desarrolla la vida de Clara Campoamor, telegrafista que luego deja de escribir al dictado, que dio clases en la Escuela de Adultos y entró en el Ateneo, donde conoció a Margarita Nelken.

Con 33 años inicia el Bachillerato, ingresa luego en en la Universidad donde completa estudios de Derecho. Y casi a la vez que Victoria Kent, fue la primera mujer que abrió bufete en Madrid. Sus primeros gestos republicanos se produjeron durante la dictadura de Primo de Rivera. Luego vivió la proclamación de la República en San Sebastián.

Y tras el decreto de las faldas, que hizo elegibles a las mujeres y a los curas, fue elegida parlamentaria en las listas del Partido Radical.

Y empezó a defender, para eso subió a la tribuna aquel primero de septiembre de 1931, el voto femenino. Un voto peligroso porque las mujeres estaban dominadas por la sacristía, según se denunció en aquel enfrentamiento en el Congreso con Victoria Kent que lo consideraba inoportuno y prematuro. Y aunque se llegaron a proponer alternativas enloquecidas como el llamado voto de la menopausia, el derecho de voto para la mujer a los 45 años, finalmente triunfó la propuesta que defendía Clara Campoamor, que en 1936 publicó Un pecado mortal, memoria personal sobre su lucha por el voto femenino.

Tenía que estar muerta, iba pensando, porque la esperanza de vida para la mujer de su época ya la había rebasado por entonces. Desde esa condición de superviviente, el 1 de setiembre de 1931, con 43 años, Clara Campoamor sube por primera vez a la tribuna de oradores del Congreso.

Setenta y cinco años después de aquellas jornadas de septiembre de 1931, este libro fue un merecido homenaje a su lucha y a su memoria.»

Mayra Vela Muzot

11 comentarios en “Primera sesión

  1. JOSUNE

    Buenos días para todas.
    Sobre el libro qué decir, a este paso estoy viendo que no lo voy a terminar de leer. Según voy leyendo, voy recogiendo frases que me llaman la atención y así, claro está, que voy más lenta.
    Me está pareciendo un libro muy interesante, del que se puede aprender mucho, ya que hace referencia también a otras mujeres y hechos.
    Bueno, no me quiero alargarme más, así que el día que nos reunamos ya comentaremos más largo y tendido.
    Un saludo y que todas lo disfrutéis como yo lo estoy haciendo.

  2. ANA RUÍZ PÉREZ

    Egunon.
    Sólo quería agradecer la elección de este libro, creo que has acertado plenamente; Begoña. Por falta de tiempo y que me enredo en mil proyectos me cuesta ponerme a leer, pero este libro me lo he devorado en pocos días.
    Saca de una misma revolución interior, indignación, rabia por comentarios sobre la mujer, pero a su vez admiración por la lucha de una mujer que la llevó alejarse de un pais al que amaba por no renunciar a sus ideales.
    Chapó!!!!

  3. Zuriñe MARTIN ALONSO

    Hola a todas!
    voy a empezar a leer “La mujer olvidada” en este momento!
    espero que me guste y me emocione y podamos compartir muchas impresiones en nuestra próxima sesión. Por cierto Begoña, estaría bien, que nos dijeséis los títulos que habéis leido otros años, por si quisieramos tenerlos en cuenta para nuestros ratos libres!
    salud!

  4. Jess

    Hola Compañeras del club de lectura!

    Por fin he sacado un rato para empezar (y casi terminar) el libro. Me está encantando, todo lo que leo lo leo pensando en mi abuela o bisabuela, la realidad que Clara vivió no nos queda tan lejos( ni en tiempo ni geográficamente) , es una forma realmente bonita de conocer nuestro pasado…

    un abrazo!

    Jess

  5. Jess

    Otra cosita, aprovecho que a todas nos une el placer por leer para difundir un asunto:

    La revista Pikara Magazine, revista virtual de periodismo feminista, busca financiación para publicar un número anual impreso en papel, para ello han creado un croudfunding (financiación a través de pequeñas aportaciones) por eso os dejo aquí el enlace, por si os interesaría colaborar y para que lo difundáis.

    Yo tengo que decir que soy lectora de ésta revista y realmente hacen buen periodismo y con enfoques muy diversos.

    aquí va el enlace: http://www.verkami.com/projects/7081-pikara-magazine-en-papel.

    Gracias amigas

    Besos

  6. Begoña UGARRIZA MAULEON

    Terminé el libro hace ya unos días, he de deciros que me ha enganchado tanto que ahora gracias a la red municipal de bibliotecas tengo en mis manos: «El voto femenino y yo. Mi pecado mortal», escrito por ella, Clara Campoamor, lo empiezo hoy, no sé si me dará tiempo a leerlo para el próximo día 20, pero lo intentaré.

  7. Begoña UGARRIZA MAULEON

    Hoy hace 80 años que la mujer pudo votar en España por primera vez, os adjunto el artículo de Itsaso Alvarez del correo donde recuerdan la efeméride:

    ISLA MUJERES
    El día que las mujeres fueron a votar
    En 1931, la mujer puede ser votada, pero no ir a votar. Habrá que esperar al 19 de noviembre de 1933, tal día como hoy hace 80 años
    Varias mujeres de Eibar ejerciendo su derecho al voto./ Indalecio Ojanguren
    Madres y esposas con un campo de actuación limitado al hogar. Marginadas del espacio público, la invisibilidad de las mujeres de principios del siglo XX empezó a difuminarse poco a poco, hasta que pudieron votar por primera vez. Así sucedió tal día como hoy, hace 80 años, cuando se produjo un hito en la historia de la democracia española. Se permitió por primera vez a las mujeres a partir de 23 años, como los hombres, introducir una papeleta en las urnas, gracias a que las Cortes Constituyentes republicanas derribaran ese muro de desigualdad el 1 de diciembre de 1931. En Euskadi, este logro histórico se puso en práctica el 5 de noviembre de 1933, con motivo del referéndum del Estatuto vasco, 14 días antes que en el resto de España.

    El camino para llegar hasta ese momento no había sido fácil. De hecho, fue un derecho que se obtuvo por etapas. En el año 1924, el general Miguel Primo de Rivera otorgó el voto en las elecciones municipales a la mujer «que no esté sujeta a la patria potestad, autoridad marital o bajo tutela superior». Las razones de limitarlo a las solteras emancipadas y a las viudas, eran, según él, que no era conveniente conceder el voto a la mujer casada «para evitar disputas entre los cónyuges». El 14 de abril de 1931 queda instaurada en España la II República, que como primer objetivo se impone proclamar una nueva Constitución que recoja el sentir de los españoles. Curiosamente se concede a la mujer el derecho a ser elegible, pero no electora. En los primeros comicios salen elegidas Clara Campoamor, Margarita Nelken y Victoria Kent.

    Es conocido que la primera defendió contra viento y marea (y contra sus dos compañeras de sala, que consideraban inoportuno el reconocimiento del voto femenino) que se cambiase la Constitución para incluir el derecho a voto de las mujeres… que acabó haciéndose efectivo dos años después. España reconocía así un derecho del que no gozaban, por ejemplo, ni Francia ni Italia. En la República Francesa la mujer obtendría el derecho al voto en 1944. El Reino Unido sólo lo tenía, en igualdad de condiciones con el hombre, desde 1918, con un matiz: solo podían votar las mujeres a partir de 30 años.

    En 1933, estaban censadas en España 7.955.461 mujeres sobre un total de 15.164.349 electores. De modo que, al menos numéricamente, los votos femeninos representaban un aliciente importante para desarrollar una campaña activamente dirigida a la población femenina. En dichas elecciones resultaron victoriosas las opciones de centroderecha, e inevitablemente, se consideró culpable o artífice de dicha situación al voto femenino.

    Gran parte del pensamiento de izquierdas, incluyendo a varias mujeres como La Pasionaria, consideraba que no debía otorgarse el voto a la mujer española ya que esta no estaba preparada políticamente y acabaría votando lo que le dijera el cura. Este pensamiento, bastante machista por cierto, ha sido tan mitificado que todavía hoy mucha gente considera que las elecciones de 1933 las ganó la derecha a causa del voto de la mujer… Obviando que el parlamento que votó a favor del voto femenino estaba controlado por la izquierda. Lo cierto es que la pérdida de votos respondía entre otros factores a la desunión de la izquierda, la agrupación de la derecha, el desgaste político del Gobierno, el abstencionismo político, etcétera, y no al voto femenino.

    La misma opinión pública que culpabilizó a las mujeres de la derrota de la izquierda en 1933 las elevaría a la categoría de «redentoras» cuando en las elecciones de 1936 triunfasen las candidaturas de izquierda. En todo caso, obtienen el acta de diputadas seis mujeres: tres de la izquierda (Margarita Nelken, Matilde de la Torre y María Lejarza) y tres de la derecha (Francisca Bohigas, Mª Urraca Pastor y Pilar Careaga). Tanto en 1933 como en 1936, las campañas destinadas a atraer el voto femenino de los partidos y organizaciones de izquierda y de derechas atribuyeron a las mujeres un papel de madre, esposa o hija. Mientras en 1933 la derecha pidió el voto de las mujeres en calidad de madres y en defensa de la familia, en 1936 la izquierda pidió el voto femenino en calidad de madres y en defensa de los presos políticos. Ni programas ni campañas políticas dirigidas directamente a las mujeres.

    Por países

    El primer derecho al voto de la mujer de la historia (sufragio femenino) se autorizó «por accidente» en Nueva Jersey (EE UU) en 1776, pero no era una ley que permitía a las mujeres votar, sino a las «personas», por lo que, en cuanto se dieron cuenta del ‘error’ abolieron dicha ley en 1807. Hoy por hoy, restan aún países con el voto femenino negado o condicionado. Como Arabia Saudita, donde a finales de septiembre de 2011 el rey Abdalá bin Abdelaziz declaró que las mujeres pudieran votar y postularse para un cargo a partir de 2015. O como en Brunéi, donde mujeres y hombres han sido revocados del derecho a votar o presentarse a las elecciones nacionales legislativas desde 1962. Sólo se les permite en las elecciones locales. En Líbano se requiere la prueba de educación básica para las mujeres, aunque no para los varones. La votación es obligatoria para hombres y opcional para mujeres. En los Emiratos Árabes Unidos el sufragio está limitado, tanto para hombres como para mujeres, pero se amplió gradualmente en las elecciones de 2011. Y en el Vaticano sólo pueden votar los cardenales, o sea, hombres.

    Como curiosidad, añadir que uno de los países que se considera como más avanzado en las libertades y la democracia como es suiza no permitió el voto a las mujeres hasta 1971. Incluso hay escritos en los que dicen que, cuando se discutía si se debía dejar votar a las mujeres, hubo algún que otro político de la época que expuso los siguientes argumentos para que no se concediera el sufragio femenino: «¿Conceder el derecho de voto a las mujeres? ¡Qué idea más ridícula! El cerebro de la mujer es más pequeño que el de los hombres, lo que demuestra que las mujeres son menos inteligentes. Son propensas a actitudes extremistas y se asocian a campañas sin consultar antes a sus maridos. Además, eso no fomentaría la igualdad de derechos porque su natural modestia les impide ir a votar cuando están embarazadas y, como las mujeres del campo suelen tener más hijos, tendrían una desventaja injusta con respecto a las mujeres que viven en las ciudades. Y si las mujeres son elegidas al parlamento, ¡qué deshonra supondría esto para sus maridos! Estos estarían obligados a cocinar en casa…».

  8. Rosa Plazaola Fernández de Romarategui

    Estoy finalizando el libro sobre Clara Campoamor. Tenías razón, Begoña, es realmente apasionante. Sólo puedo decir ¡cómo pudo ser olvidada esta extraordinaria mujer! y agradecer su tesón, su clarividencia, su lucha, su fuerza, su saber estar y defender el voto femenino como lo hizo, su coherencia…
    Los discursos de sus colegas no tienen desperdicio. Cómo tuvo valor para enfrentarse a esa panda de descabezados, retrógrados, con esas mentes tan obtusas.
    En cambio, las aportaciones de ella son magistrales. UNA GRAN MUJER A PESAR DEL OLVIDO
    Un abrazo
    Rosa Plazaola
    Había dejado el comentario en el espacio del curso pasado. Perdón por el despiste. Ya he terminado el libro. Excepcional y de triste final. ¡Cómo una mujer de esa categoría ha podido ser olvidada! Bueno, esa y tantas otras. Sus discursos no pudieron ser más clarividentes.

  9. Rosa Plazaola Fernández de Romarategui

    He visto los tres vídeos. El primero me ha parecido emocioante, conmovedor; me ha llegado al alma, o a la fibra más íntima. Es un complemento a la lectura porque además lo enriquecen los comentarios de esas mujeres. Una joya. Una pena que Clara no pudiera volver a España y que, tras tan larga lucha, casi todos le dieran la espalda. Los hombres no perdonan esa clarividencia, coherencia, esos extraordinarios argumentos…
    Después de verlo queda una cierta tristeza, o rabia, o impotencia. No sé.
    Te agradezco de veras, Begoña, esta aportación.
    Un abrazo
    Rosa

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